viernes, 26 de noviembre de 2010

Pasteles, pinchos y viajeros griegos

Basta con que un pastel de cualquier pastelería tenga una forma lo suficientemente parecida a una pirámide para que se le llame, sin tener que dar mayor explicación, "pirámide". Así, por ejemplo, este pastel, que es clásico en la pastelería francesa y que es la versión del pastel que hace mi padre:

Tomada de: http://www.sibaritissimo.com/jean-paul-hevin-chocolatier/

Del mismo modo, uno asume de manera natural que las pirámides de Egipto tienen un nombre la mar de lógico: "se llaman así porque tienen forma de pirámide, claro".
Tomada de: http://www.egypte-antique.info/images/pyramide-egypte.jpg

La sorpresa es que no se llaman así por eso, sino por los pasteles.

Cuando llegaron a Egipto (alrededor del s. VIII-VII a. C.), los primeros viajeros griegos (comerciantes, colonos, mercenarios) usaron la palabra "pasteles" (en griego, pyramides) para llamar a estas curiosas construcciones. También llamaron "pinchos" (obeliskoi) al otro curioso monumento del Egipto faraónico (ver Lane Fox, Robin (2009): Héroes viajeros, Crítica, Madrid, p. 279).

De http://www.istockphoto.com/

El metafórico nombre griego dado a estas construcciones ("pirámide") es el que más se ha mantenido en todas las culturas tanto para las construcciones mismas como para la figura geométrica. Tal y como Lane Fox nos comenta en la obra que he citado antes, los griegos solían hacer prevalecer su propia visión de las cosas ante los contactos culturales. Su actitud era claramente etnocentrista. Los primeros viajeros griegos eran monolingües, al contrario que la mayoría de los pueblos viajeros de la época (fenicios, cilicios, sirios, etc.). Lejos de ser llamadas "pasteles" por sus constructores, la palabra egipcia para estos monumentos tenía una significación más relacionada con la idea de ascensión o de elevación (las primeras pirámides egipcias eran escalonadas, se ascendía por ellas). Pero los visitantes griegos no se interesaban por la visión de las realidades culturales y naturales propia de cada pueblo que visitaban, sino que tendían a entender o a valorar a las otras culturas en los términos de su propia cultura o de sus narraciones explicativas del mundo y de los dioses (mitos). Esto hacía que, por ejemplo, asociaran cualquier lugar de culto a dioses extranjeros con sus propios dioses; de manera que, cuando se establecían en algún lugar como colonos, dichos lugares acababan siendo lugares de culto a Zeus o Afrodita o cualquier otro dios griego cuyas características se parecieran en algún aspecto a la del antiguo dios autóctono.  El libro que he citado está lleno de ejemplos sobre este tema, pero el de los pasteles y los pinchos me ha parecido el más curioso. Parece mostrarnos cómo la visión del otro (de la otra cultura, del desconocido) desde los propios esquemas mentales puede practicarse hasta en los detalles más irrelevantes. Lo curioso es que, sobre todo en el caso de los "pasteles", este detalle ha prevalecido ampliamente en la historia de la cultura occidental. Llamamos a los pasteles "pirámides" porque parecen tener esa figura geométrica pero, si hacemos caso a su origen etimológico, estamos llamando "pasteles" al poliedro piramidal.